39. Cuando brillaba el sol sobre el oro y el bronce de los escudos, las montañas relucían con sus reflejos como si fueran antorchas encendidas.
40. Una fracción del ejército del rey se desplegó sobre las cumbres de las montañas; la otra se quedó en la parte baja, avanzando todos con seguridad y ordenadamente.
41. Al oír el ruido de aquella muchedumbre en marcha, y el fragor de sus armas, los israelitas temblaron de espanto, pues era aquel un ejército enorme y poderoso.