47. se decidieron por Alejandro, que había sido el primero en hacerles propuestas de paz. Por eso fueron siempre sus aliados.
48. El rey Alejandro reunió un numeroso ejército y tomó posiciones frente a Demetrio.
49. Ambos reyes entraron en combate, pero el ejército de Demetrio se puso en fuga perseguido por Alejandro, que se impuso a sus enemigos.
50. Demetrio, que había luchado encarnizadamente hasta la puesta del sol, murió aquel mismo día.
51. Alejandro envió una embajada a Tolomeo, rey de Egipto, con el siguiente mensaje:
52. — De nuevo he regresado a mi reino, donde he ocupado el trono de mis antepasados, me he hecho dueño del poder, he derrotado a Demetrio y he tomado posesión de nuestro país.
53. Después de haber luchado contra él y haberlo vencido junto con su ejército, me he sentado en su trono real.
54. Establezcamos, pues, relaciones de amistad entre nosotros. Dame por esposa a tu hija, y así yo seré tu yerno; y a los dos les haré regalos dignos de ti.
55. Tolomeo le respondió:— ¡Feliz el día en que volviste a la tierra de tus antepasados y te sentaste en el trono real!
56. Ahora mismo voy a hacer lo que me dices en tu carta; pero ven a Tolemaida para que nos entrevistemos, y yo te haré mi yerno conforme a tus deseos.
57. Tolomeo salió de Egipto con su hija Cleopatra* y llegó a Tolemaida el año ciento sesenta y dos.
58. El rey Alejandro salió a su encuentro, y Tolomeo le entregó a su hija Cleopatra. La boda se celebró en Tolemaida con el esplendor propio de los reyes.
59. El rey Alejandro escribió también a Jonatán para que fuera a entrevistarse con él.
60. Fue, pues, Jonatán a Tolemaida con gran pompa, a entrevistarse con ambos reyes. A ellos y a sus amigos les obsequió con plata, oro y muchos regalos, de modo que se ganó su favor.
61. Unos israelitas malvados y renegados se juntaron para acusar a Jonatán; pero el rey no les hizo ningún caso.
62. Ordenó, en cambio, que le quitaran a Jonatán la ropa que llevaba puesta y que lo revistieran de púrpura. Así se hizo.
63. Luego el rey lo sentó a su lado, y dijo a sus dignatarios:— Salgan con él hasta el centro de la ciudad y proclamen que nadie se atreva a acusarlo de nada ni a causarle molestia alguna.
64. Al ver los acusadores tanto los honores que, de acuerdo con el pregón, se le tributaban, como la púrpura de que iba revestido, se dieron a la fuga.
65. El rey lo colmó de honores, lo inscribió entre sus primeros amigos y lo nombró general y gobernador.
66. Después de esto, Jonatán regresó a Jerusalén en paz y lleno de alegría.