27. Sigan manteniéndose firmes en su fidelidad, y les recompensaremos ampliamente lo que hagan en nuestro favor.
28. Los eximiremos de muchos impuestos y los llenaremos de regalos.
29. Desde ahora mismo los libero a ustedes y a todos los judíos del pago de tributos, del impuesto de la sal y de la ofrenda de las coronas
30. Desde hoy y para siempre renuncio a percibir tanto el tercio de los cereales como la mitad de la cosecha de los árboles frutales que me corresponden en Judea y en los tres distritos anexos de Samaría y Galilea.
31. Jerusalén, con todo su territorio, será sagrada y estará liberada de diezmos e impuestos.
32. Renuncio a mi autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén y autorizo al sumo sacerdote para que, con hombres escogidos por él, monte una guarnición que la proteja.
33. A cualquier judío llevado en cautividad a algún lugar de mi reino, le concedo gratuitamente la libertad. Ellos y sus ganados quedan exentos del pago de impuestos.
34. En cuanto a las fiestas: los sábados, los novilunios y los días señalados como solemnes, así como los tres días precedentes y los tres siguientes a cada fiesta, serán días de inmunidad y exención para todos los judíos que residen en mi reino.
35. Nadie tendrá el derecho de demandarlos o molestarlos por causa alguna.
36. En los ejércitos reales podrán alistarse hasta treinta mil judíos, que percibirán el mismo salario que las demás tropas del rey.
37. Algunos de ellos serán destinados a las más importantes fortalezas reales; otros ocuparán cargos de confianza en el reino. Sus jefes y oficiales serán elegidos de entre ellos y vivirán conforme a sus propias leyes, tal como el rey lo ha dispuesto para Judea.
38. En cuanto a los tres distritos de Samaría incorporados a Judea, quedarán definitivamente anexionados a ella formando una sola administración. Estarán sujetos a la autoridad única del sumo sacerdote.
39. Como donación al Templo de Jerusalén, y para cubrir los gastos de su culto, doy Tolemaida con el territorio que le pertenece.
40. También, del tesoro real, entregaré anualmente la cantidad de quince mil siclos de plata, tomadas del título que mejor convenga.
41. Y todo el excedente, que en los años anteriores no era entregado por los funcionarios, desde ahora será donado para las obras del Templo.