62. Entonces el sumo sacerdote se levantó y preguntó a Jesús:—¿No contestas nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti?
63. Pero Jesús se quedó callado. El sumo sacerdote le dijo:—En el nombre del Dios viviente te ordeno que digas la verdad. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
64. Jesús le contestó:—Tú lo has dicho. Y yo les digo también que ustedes van a ver al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.
65. Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación, y dijo:—¡Las palabras de este hombre son una ofensa contra Dios! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Ustedes han oído sus palabras ofensivas;
66. ¿qué les parece?Ellos contestaron:—Es culpable, y debe morir.
67. Entonces le escupieron en la cara y lo golpearon. Otros le pegaron en la cara,
68. diciéndole:—Tú que eres el Mesías, ¡adivina quién te pegó!
69. Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo:—Tú también andabas con Jesús, el de Galilea.
70. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo:—No sé de qué estás hablando.
71. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás:—Ése andaba con Jesús, el de Nazaret.
72. De nuevo Pedro lo negó, jurando:—¡No conozco a ese hombre!
73. Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron:—Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota.
74. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo:—¡No conozco a ese hombre!En aquel mismo momento cantó un gallo,
75. y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo, me negarás tres veces.» Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente.