San Marcos 14:36-56 Dios Habla Hoy (DHH)

36. En su oración decía: «Abbá, Padre, para ti todo es posible: líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»

37. Luego volvió a donde ellos estaban, y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro:—Simón, ¿estás durmiendo? ¿Ni siquiera una hora pudiste mantenerte despierto?

38. Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles.

39. Se fue otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras.

40. Cuando volvió, encontró otra vez dormidos a los discípulos, porque sus ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían qué contestarle.

41. Volvió por tercera vez, y les dijo:—¿Siguen ustedes durmiendo y descansando? Ya basta, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.

42. Levántense, vámonos; ya se acerca el que me traiciona.

43. Todavía estaba hablando Jesús cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes, de los maestros de la ley y de los ancianos.

44. Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: «Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenselo bien sujeto.»

45. Así que se acercó a Jesús y le dijo:—¡Maestro!Y lo besó.

46. Entonces le echaron mano a Jesús y lo arrestaron.

47. Pero uno de los que estaban allí sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote.

48. Y Jesús preguntó a la gente:—¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido?

49. Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y nunca me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.

50. Todos los discípulos dejaron solo a Jesús, y huyeron.

51. Pero un joven lo seguía, cubierto sólo con una sábana. A éste lo agarraron,

52. pero él soltó la sábana y escapó desnudo.

53. Llevaron entonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley.

54. Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio de la casa del sumo sacerdote, y se quedó sentado con los guardianes del templo, calentándose junto al fuego.

55. Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban alguna prueba para condenar a muerte a Jesús; pero no la encontraban.

56. Porque aunque muchos presentaban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a otros.

San Marcos 14