13. Jesús lo tocó con la mano, diciendo:—Quiero. ¡Queda limpio!Al momento se le quitó la lepra al enfermo,
14. y Jesús le ordenó:—No se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes.
15. Sin embargo, la fama de Jesús aumentaba cada vez más, y mucha gente se juntaba para oírlo y para que curara sus enfermedades.
16. Pero Jesús se retiraba a orar a lugares donde no había nadie.
17. Un día en que Jesús estaba enseñando, se habían sentado por allí algunos fariseos y maestros de la ley venidos de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor se mostraba en Jesús sanando a los enfermos.