10. Todas las cosas existen para Dios y por la acción de Dios, que quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso, Dios, por medio del sufrimiento, tenía que hacer perfecto a Jesucristo, el Salvador de ellos.
11. Porque todos son del mismo Padre: tanto los consagrados como el que los consagra. Por esta razón, el Hijo de Dios no se avergüenza de llamarlos hermanos,
12. al decir en la Escritura:«Hablaré de ti a mis hermanos,y te cantaré himnos en medio de la congregación.»
13. También dice:«En él pondré mi esperanza.»Y otra vez dice:«Aquí estoy, con los hijos que Dios me dio.»
14. Así como los hijos de una familia son de la misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas, para derrotar con su muerte al que tenía poder para matar, es decir, al diablo.