14. Sus cabellos eran blancos como la lana, o como la nieve, y sus ojos parecían llamas de fuego.
15. Sus pies brillaban como bronce pulido, fundido en un horno; y su voz era tan fuerte como el ruido de una cascada.,
16. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos. Su cara era como el sol cuando brilla en todo su esplendor.
17. Al verlo, caí a sus pies como muerto. Pero él, poniendo su mano derecha sobre mí, me dijo: «No tengas miedo; yo soy el primero y el último,