2-3. Supongamos que estáis reunidos, y que llega un rico con anillos de oro y ropa lujosa, y le atendéis bien y le decís: “Siéntate aquí, en el lugar de honor”; y que al mismo tiempo llega un pobre vestido de andrajos, y le decís: “Tú quédate allá, de pie; o siéntate ahí en el suelo”,
15. Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día;
16. si uno de vosotros les dice: “Que os vaya bien; abrigaos y comed cuanto queráis”, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve?
17. Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta.
18. Tal vez alguien dirá: “Tú tienes fe y yo tengo hechos. Muéstrame tu fe sin hechos y yo te mostraré mi fe por mis hechos.”
19. Tú crees que hay un solo Dios, y en eso haces bien; pero también los demonios lo creen y tiemblan de miedo.
20. No seas tonto; reconoce que si la fe no va acompañada de hechos, es una fe inútil.