31. Ellos se pusieron a discutir unos con otros: “Si respondemos que lo envió Dios, va a decir: ‘Entonces, ¿por qué no le creísteis?’
32. ¿Y cómo vamos a decir que le enviaron los hombres?...” Y es que tenían miedo de la gente, pues todos creían que Juan era verdaderamente un profeta.
33. Así que respondieron a Jesús:–No lo sabemos.Entonces Jesús les contestó:–Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas.