7. Después fue ella y se lo contó al profeta, y este le dijo:–Ve ahora a vender el aceite y paga tu deuda. Con el resto podréis vivir tú y tus hijos.
8. Un día en que Eliseo pasaba por Sunem, una mujer importante de la ciudad le invitó con mucha insistencia a que entrara a comer; y desde entonces, siempre que Eliseo pasaba por allí se quedaba a comer.
9. Una vez, ella dijo a su marido:–Mira, yo sé que este hombre que siempre que pasa nos visita es un santo profeta de Dios.