36. En su oración decía:–Padre mío, para ti todo es posible: líbrame de esta copa amarga, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.
37. Luego volvió a donde ellos estaban y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:–Simón, ¿estás durmiendo? ¿Ni una hora siquiera has podido permanecer despierto?
38. Permaneced despiertos y orad para no caer en tentación. Vosotros tenéis buena voluntad, pero vuestro cuerpo es débil.
39. Se fue otra vez, y oró repitiendo las mismas palabras.