36. Un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús fue a su casa. Estaba sentado a la mesa,
37. cuando una mujer de mala fama que vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume.
38. Llorando, se puso junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con sus lágrimas. Luego los secó con sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume.
39. Al ver esto, el fariseo que había invitado a Jesús pensó: “Si este hombre fuera verdaderamente un profeta se daría cuenta de quién y qué clase de mujer es esta pecadora que le está tocando.”
40. Entonces Jesús dijo al fariseo:–Simón, tengo algo que decirte.–Dímelo, Maestro –contestó el fariseo.
41. Jesús siguió:–Dos hombres debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta:
42. pero, como no le podían pagar, el prestamista perdonó la deuda a los dos. Ahora dime: ¿cuál de ellos le amará más?
43. Simón le contestó:–Me parece que aquel a quien más perdonó.Jesús le dijo:–Tienes razón.
44. Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón:–¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies; en cambio, esta mujer me ha bañado los pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos.
45. No me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies.