Hechos 8:12-31 Dios Habla Hoy con Deuterocanónicos Versión Española (DHHED)

12. Pero cuando creyeron en la buena noticia que Felipe les anunciaba acerca del reino de Dios y de Jesucristo, hombres y mujeres se bautizaron.

13. El mismo Simón creyó y se bautizó, y comenzó a acompañar a Felipe, admirado de los grandes milagros y señales que veía.

14. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén supieron que los de Samaria habían aceptado el mensaje de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan.

15. Al llegar oraron por los creyentes de Samaria, para que recibiesen el Espíritu Santo.

16. Porque todavía no había venido el Espíritu Santo sobre ninguno de ellos; solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús.

17. Pedro y Juan les impusieron entonces las manos, y recibieron el Espíritu Santo.

18. Simón, al ver que el Espíritu Santo venía cuando los apóstoles imponían las manos a la gente, les ofreció dinero

19. y les dijo:–Dadme también a mí ese poder, para que cualquiera a quien yo imponga las manos reciba igualmente el Espíritu Santo.

20. Pedro le contestó:–¡Que tu dinero se condene contigo, que has pensado comprar con dinero lo que es un don de Dios!

21. Tú no tienes derecho alguno a recibirlo, porque tu corazón no es recto delante de Dios.

22. Abandona esta maldad tuya, y ruega a Dios, que tal vez te perdonará el haber pensado así.

23. Porque veo que estás lleno de amargura y que la maldad te tiene prisionero.

24. Simón contestó:–Orad por mí al Señor, para que no me suceda nada de lo que habéis dicho.

25. Después de dar testimonio y comunicar la palabra de Dios, los apóstoles anunciaron la buena noticia en muchas aldeas de Samaria. Luego se volvieron a Jerusalén.

26. Pasadas estas cosas, un ángel del Señor dijo a Felipe: “Levántate y dirígete al sur por el camino de Jerusalén a Gaza.”Este camino pasa por el desierto.

27. Felipe se levantó y se puso en marcha. En el camino se encontró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de Etiopía, el cual había ido a Jerusalén a adorar a Dios.

28. Iba de regreso a su país, sentado en su carro y leyendo el libro del profeta Isaías.

29. El Espíritu dijo a Felipe: “Ve y acércate a ese carro.”

30. Felipe se acercó y oyó que el etíope leía el libro de Isaías. Le preguntó:–Pero ¿entiendes lo que estás leyendo?

31. El etíope le contestó:–¿Cómo voy a entenderlo si no tengo quien me lo explique?Y pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él.

Hechos 8