2. Cuando trajeron a Pablo, Tértulo comenzó su acusación diciendo a Félix:–Gracias a ti, señor gobernador, tenemos paz, y gracias a tu sabiduría se han hecho muchas mejoras en nuestra nación.
3. Todo esto lo recibimos siempre y en todas partes, oh excelentísimo Félix, con el mayor agradecimiento.
4. Pero no quiero quitarte mucho tiempo; te ruego que tengas la bondad de escucharnos un momento.
5. Hemos encontrado que este hombre es una calamidad. Anda por todo el mundo provocando divisiones entre los judíos, y es cabecilla de la secta de los nazarenos.
6. Incluso ha tratado de profanar el templo, por lo cual le hemos apresado.
8. Tú mismo puedes interrogarle para saber la verdad de todo esto de que le acusamos.
9. Los judíos allí presentes también afirmaban lo mismo.
18-19. Esto es lo que estaba haciendo, sin tumultos ni gente y después de haberme purificado según el rito establecido, cuando unos judíos de la provincia de Asia dieron conmigo en el templo. Ellos son quienes deberían venir y presentarse aquí para acusarme, si es que tienen algo contra mí.
20. Y si no, que estos que están aquí digan si me hallaron culpable de algún delito cuando me presenté ante la Junta Suprema de los judíos.
21. A no ser que, en presencia de ellos, dije en voz alta: ‘Hoy me estáis juzgando porque creo en la resurrección de los muertos.’ ”
22. Al oir esto, Félix, que se hallaba bien informado acerca del nuevo camino, dejó el asunto pendiente y les dijo:–Cuando venga el comandante Lisias me infomaré mejor de este asunto vuestro.
23. Ordenó Félix al centurión que Pablo siguiera detenido, pero que le dieran alguna libertad y dejasen que sus amigos le atendieran.