31. Ellos contestaron:–Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y tu familia.
32. Y hablaron del mensaje del Señor a él y a todos los de su casa.
33. A aquella misma hora de la noche, el carcelero les lavó las heridas, y luego él y toda su familia fueron bautizados.
34. Los llevó después a su casa y les dio de comer; y él y su familia estaban muy contentos por haber creído en Dios.
35. Por la mañana, los jueces mandaron unos guardias al carcelero con orden de poner en libertad a Pablo y Silas.