38. Entonces colgaron en maderos con él dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.
39. Y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas,
40. y diciendo: Tú, el que derribas el Templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende del madero.
41. De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los ancianos, decían:
42. A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora del madero, y creeremos a él.
43. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.