19. Estarás, pues, tres días, y luego descenderás, y vendrás al lugar donde estabas escondido el día del trabajo, y esperarás junto a la piedra de Ezel;
20. y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
21. Y luego enviaré el criado, diciéndole: Ve, busca las saetas. Y si dijere al criado: He allí las saetas más acá de ti, tómalas; tú vendrás, porque paz tienes, y nada hay de mal, vive el SEÑOR.
22. Mas si yo dijere al criado así: He allí las saetas más allá de ti; vete, porque el SEÑOR te ha enviado.
23. Y en cuanto a las palabras que yo y tú hemos hablado, sea el SEÑOR entre mí y ti para siempre.
24. David, pues, se escondió en el campo, y venida que fue la nueva luna, se sentó el rey a comer pan.
25. Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se levantó, y se sentó Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío.
26. Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Le habrá acontecido algo, por ventura no está limpio; no estará purificado.
27. El día siguiente, el segundo día de la nueva luna, aconteció también que el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Jessé hoy ni ayer?
28. Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente le dejara ir hasta Belén.
29. Y dijo: Te ruego que me dejes ir, porque tenemos sacrificio los de nuestro linaje en la ciudad, y mi hermano mismo me lo ha mandado; por tanto, si he hallado gracia en tus ojos, haré una escapada ahora, y visitaré a mis hermanos. Por esto, pues, no ha venido a la mesa del rey.