6. y ahora nuestra alma se seca; que nada sino maná ven nuestros ojos.
7. Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de bedelio.
8. El pueblo se esparcía, y lo recogía, y lo molía en molinos, o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera, o hacía de él tortas; y su sabor era como sabor de aceite nuevo.
9. Y cuando descendía el rocío sobre el campamento de noche, el maná descendía sobre él.